viernes, 2 de mayo de 2008

El cultivo de las flores

Las tierras frías que circundan la ciudad son favorables para los cultivos de flores. Los floricultores de Santa Elena tienen la ventaja adicional de su cercanía con el aeropuerto y con los mercados de la ciudad.

El sabio naturalista Joaquín Antonio Uribe, en su libro Cuadros de la naturaleza, recomendaba: “No ultrajéis jamás las flores […] tratadlas bien por caballerosidad: son débiles, hermosas y buenas”. Ese respeto, ese culto a las flores tiene un posible origen en los patios y balcones andaluces colmados de geranios.

Tal vez uno de los bellos valores de la cultura antioqueña es su inclinación hacia el cultivo de jardines floridos. Por humilde que sea una vivienda campesina, su corredor está engalanado con macetas de novios y begonias. No existe mayor orgullo para una ama de casa que lucir las plantas de su jardín, las azaleas de su patio.

En los patios y corredores de las casas sus moradores recrean todo su conocimiento ancestral sobre plantas y flores, que se vuelven casi miembros de la familia.

En 1891, un periódico publicó el siguiente aviso, que expresa el temprano interés por el cultivo de plantas y jardines:

La creciente afición de los medellinenses a las flores y a las plantas de adorno hacen ya indispensable la sustitución de nuestros rudimentales sistemas de cultivo con métodos nuevos en que la ciencia y el arte contribuyan aliadas al embellecimiento de jardines y a la producción de hermosas y variadas flores. M. Bunel, entendido floricultor francés, que actualmente profesa aquí su arte, y que posee muy rico surtido de semillas y plantas vivas, puede prestar importantes servicios en ese cambio, a las personas de buen gusto y de bolsa bien provista. (El Espectador, 1891)

Begonias, claveles, hortensias, pompones, rosas, clavellinas y muchas más ocupan buena parte de la vida diaria de los habitantes de Santa Elena.

En el libro Papeles nuevos y viejos, publicado en 1929, Eduardo Zuleta hizo la reseña de los hombres cívicos que importaron especies nuevas de árboles o flores: Pastor Restrepo trajo la azalea biflora; Juan Lalinde, la azalea sencilla; Julio Isaza Ochoa, el curazao rojo… De entre todos aquellos líderes del civismo y el ornato, no se puede olvidar la figura de Ricardo Olano, quien, con amor y dedicación, engalanó la ciudad con guayacanes, cadmias y todo tipo de árboles ornamentales. Otro adalid de la arborización urbana ha sido Jorge Molina Moreno, quien durante casi veinte años ocupó el honroso cargo de “alcalde verde” de Medellín.

En las tierras frías que circundan la ciudad, en especial en los corregimientos de Santa Elena y San Cristóbal, se han cultivado desde siempre jardines campesinos, cuyas flores son luego comercializadas en atrios y plazas.

La tradición, aprendida en casa de padres y abuelos, les permite a los floricultores afianzar sus prácticas en los cultivos. Jaime Atehortúa Londoño, vereda El Porvenir.

En la actualidad, el cultivo de las flores constituye una próspera industria que genera en Antioquia más de 14.000 empleos directos, 5.000 indirectos y que, en el 2006, generó divisas por valor de 180 millones de dólares. Las principales especies cultivadas en el oriente antioqueño son claveles, pompones, rosas y gerberas.

En invernadero o a cielo abierto, en pequeña o gran escala, la floricultura hace parte de la vida diaria en el corregimiento de Santa Elena.


Con destino a los mercados del mundo, la floricultura es una próspera industria, generadora de cientos de empleos y de importantes divisas para la región.

Texto: Juan Luis Mejía Arango

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